Algunos meses después de la apertura de su película Fresas Salvajes, Ingmar Bergman encontró a un amigo de la niñez, que le dijo que mientras miraba su película, él comenzó a pensar en su tía Berta, que se encontraba sola viviendo en Borlänge. No podía sacarla de su pensamiento así que cuando llegaron el y su esposa a su casa, él le comentó que invitarian a la tía Berta para el día de Pascua.
Esta, comenta Bergman, es la mejor reseña que pude haber tenido de mis películas.